Que es la Masoneria

Clásicamente se ha conocido a la masonería como un sistema de moralidad tras el velo de las alegorías e ilustrado por símbolos.  La masonería tiene entre sus principios: LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD. La forma concreta de entender y aplicar esos principios no está definida, y cada masón debe buscarla y realizarla personalmente. Esta exigencia no es puesta en práctica mediante un examen o confesión de un masón a otros, sino que se lleva adelante en la conciencia de cada uno.

La masonería es una sociedad iniciática en la que se encuentran las diferentes escuelas de pensamiento y concepciones de la vida. En primer lugar, el carácter iniciático significa que el ingreso en masonería, el paso a los diferentes grados y el trabajo masónico en general, obedece a unos rituales o ceremonias precisas que tienen un significado simbólico. El efecto, la vivencia de cada masón, será diferente ante la misma ceremonia, y eso es precisamente lo que se pretende: que cada cual reflexione y estudie según su estilo, aportando su versión para el conocimiento de los demás. El carácter iniciático de las enseñanzas es tan antiguo como la humanidad, y la masonería mantiene esas viejas tradiciones.

La declaración de principios de la masonería señala, que la nuestra, «es una institución universal, fundamentalmente filosófica, destinada a trabajar por el advenimiento de la justicia, de la solidaridad y de la paz en la humanidad».

El trabajo masónico tiene dos vertientes, una filosófico-simbólica y otra social, ambas necesarias. Puede ser que un masón concreto prefiera inclinarse más por un aspecto que por otro, pero cada cual es libre de aportar los trabajos que prefiera.

La masonería está formada por hombres libres, que trabajan por su perfeccionamiento espiritual, no es una secta ni es un partido político.

A cualquier profano se le exige, como requisito indispensable para ingresar a la masonería ser «un hombre libre y de buenas costumbres». Esta vieja fórmula debe ser entendida como derecho y deber al desarrollar las propias condiciones e ideas -sea cuales sean- y ser coherente con uno mismo desarrollando esas condiciones e ideas de forma tal que mejoren aquella parte del universo que le rodea, empezando por él mismo. No se trata de guardar una moral determinada, sino de cada uno. El masón puede, por supuesto, aceptar unos principios morales establecidos, pero como ser libre, honrado y responsable, debe tener fundamentados en su conciencia dichos principios, y nunca aceptarlos por rutina o por presión.

La masonería acepta los postulados de Libertad, Igualdad y Fraternidad, combate los privilegios y la intolerancia, mediante el estudio de la ciencia, la investigación de la verdad, la práctica de la virtud y el ejercicio de la filantropía, trabaja por la paz y la justicia, por el progreso moral, intelectual y material del hombre y a través suyo, por el de la sociedad.

La masonería es, a la luz de sus principios universales, un instituto de perfeccionamiento ético al servicio del hombre y una institución destinada a extender los valores de solidaridad y tolerancia, en una sociedad que se debate entre la incertidumbre y la inestabilidad, atrapada entre la pobreza y la corrupción, entre el fundamentalísimo étnico y religioso y las fuerzas de regímenes brutales y totalitarios.

Como vemos, en masonería no caben dogmas, estando abierta a todas las actitudes respetuosas con las formas de pensar ajenas.

En masonería existe una vieja fórmula que propugna no tratar de política o religión, salvo para esclarecer a los demás. Esto significa que la masonería es apartidista y que en ella no se pueden dar «consignas», no se puede tratar de «imponer» ideas, sino «exponer» las mismas. Sería un error considerar que la masonería es una organización en la que unas conclusiones mayoritarias obligan a actuar social y políticamente a todos, y mucho menos, en la directriz de una autoridad imponga un camino a seguir. Esta forma de actuar sería antimasónica.

La masonería no es una religión, pero trabajamos en un templo físico, donde llevamos a cabo nuestros rituales, para fabricar un templo simbólico, que es el templo de nuestra personalidad.

Un templo es algo consagrado principalmente por la reverencia, el respeto y la disposición que personalmente ponemos al asistir a él.

El masón, por el solo hecho de serlo, está obligado a velar por la integridad de su patria, a obedecer las leyes del país donde viva, a consagrar la inviolabilidad de la vida y a combatir la tiranía y el fanatismo en todas sus formas.

La masonería es una institución iniciática, lo que implica que ineludiblemente, quien ingresa a ella debe pasar por una iniciación, proceso este que tiene por finalidad, llevar al subconsciente lo que a la razón le es difícil interpretar y que consiste en una serie de pruebas y rituales simbólicos.

En la institución se trata de que cada estudiante alcance a plenitud, el conceptualizar la libertad máxima, el libre albedrío, con todo lo que ello implica, el tener libertad implica necesariamente, tener responsabilidad por sus acciones, por el cumplimiento de sus compromisos y por alcanzar sus propias metas, libertad y responsabilidad por los actos que aquella inspire.

En lo exotérico, el objetivo básico, es tener la capacidad de adaptar la propia potencialidad, a lo que la sociedad requiere para conducirla a unas mejores condiciones, en pos de las marcas señeras de «LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD».

En lo esotérico, la idea es reintegrar la condición del ser humano a su estado primordial, en el que formaba parte intrínseca del principio eterno del universo.

Todo lo que se puede obtener de esta institución está en proporción directa con el esfuerzo invertido en el estudio, con la perseverancia manifestada tras los objetivos y con la asunción del compromiso contraído.

Su esencia, es la filantropía o sea, la cualidad humana y humanística que se distingue por el amor a los semejantes y por las obras en bien de la comunidad.

Su objeto, la investigación de la verdad, tanto la verdad científica y positiva como la verdad trascendental.

Igualmente tiene como objeto, el estudio y práctica de la moral en su acepción más amplia y muy especialmente, la moral laica.

De la misma manera la solidaridad entre los congéneres, el mejoramiento espiritual y material de la humanidad y el perfeccionamiento individual y social del hombre.

La masonería tiene como principios, la tolerancia mutua, el respeto de los demás y de sí mismo y la libertad absoluta de conciencia.

Lo que la masonería ofrece al individuo está condicionado, en forma directamente proporcional a lo que invierta en esfuerzo de estudio y aprendizaje.

La masonería es una sociedad fraternal que está basada en doctrinas morales y espirituales.

Las doctrinas morales son el amor fraternal, la ayuda mutua, la verdad sobre todo, la práctica de las virtudes: templanza, fortaleza, prudencia y justicia, su doctrina espiritual se fundamenta en la convicción de sus miembros en la existencia de un Ser Supremo y en la inmortalidad del alma.

La masonería es también una organización formativa, educativa, benevolente, social, tolerante y filantrópica.

Es formativa, porque persigue los propósitos de formar el carácter moral de sus miembros y enfatiza la búsqueda de la armonía con el universo interior y el orden en la vida personal, el desarrollo de la consciencia y el estado que ésta genera.

Emplea el convincente método de la deducción y no de la inducción, basándose en simbolismo y alegorías y en la práctica de rituales y ceremonias para comunicar milenarios conceptos de orden y verdad a sus miembros y les invita a practicarlos cotidianamente para elevar su condición humana.

Es educativa porque enseña, medianamente ceremonias y rituales, sus preceptos de moralidad y fraternidad basados en las enseñanzas del libro de la Sagrada Ley.

Enfatiza la obligación de sus miembros de interesarse por el mundo que los rodea, por descubrir su relación con el universo interior, por desarrollar sus habilidades intelectuales, por ser justos, por seguir los preceptos de su consciencia, por ejercitar al auto control de sus actos, por ser perseverantes, honestos y sinceros.

Las logias masónicas, sus templos, sus sesiones de trabajo y el estudio en sus bibliotecas son elementos sustanciales de esta tarea educativa.

Es benevolente, porque no tiene fines de lucro, establece para sus miembros la obligación de interesarse, sin egoísmos, en la solución de los problemas de los demás, especialmente de sus miembros pobres o en desgracia.

Es tolerante, porque aun cuando exige la creencia en un Ser Supremo, origen de la existencia de todo lo creado, al cual se dedican todos sus actos y ceremonias, la masonería no apoya ni predica ningún credo o teología específico, invita a sus miembros a que practiquen sus creencias sin dogma ni prejuicio.

Cada logia tiene un altar en su templo y durante sus trabajos, sobre este descansa el libro de la ley, que en nuestro país es generalmente la Sagrada Biblia.  Pero si se encuentra presente algún hermano de otra creencia religiosa, la masonería exhibe su tolerancia infinita, encontrando en ese altar: La Tora y El Corán, entre otros libros sagrados.

La masonería es filantrópica, aun cuando no hace pública esta actividad.

Esto no se realiza como sociedad de beneficencia, sino como una actividad de conciencia en toda la extensión de su significado.

Es la única institución que ha podido vivir a través de los siglos, a pesar de las pasiones y de las tragedias humanas, desde que el hombre comenzó su existencia inteligente en el mundo.

La masonería sigue siendo actual, puede y debe cumplir una función insustituible en la sociedad contemporánea, promoviendo la tolerancia, la educación, la libertad de conciencia y todos los derechos humanos proclamados por nuestros antepasados masones.

Por todos los conceptos aquí vertidos, porque nos identificamos con ellos, estamos orgullosos de ser masones.

Adaptado del texto de la Gran Logia Unida de Venezuela