Historia

LA PRIMERA LOGIA (1821)

Se organizó la primera Logia en la ciudad de Panamá el 14 de julio el año de 1821.
Este taller debió gobernarse por una Carta Patente del Gran Oriente de España. Esa Logia se llamó La Mejor Unión. Formaban parte de ella masones de origen europeo, y nativos de origen español. Fueron miembros de ella algunos prohombres de la independencia que sellaron con el Acta suscrita el 28 de noviembre de ese año de 1821. Don José Vallarino Jiménez, Don Manuel María de Ayala, signatarios del acta de independencia entre otros patriotas; Don Ramón Vallarino, Don José María Gotilla, y otros tantos que figuraron en el cuadro de obreros de esa benemérita logia, que más tarde obtuvo Carta Patente de la Gran Logia de Nueva York, y que finalmente en 1825 adhirió su misión progresista a la autoridad del Gran Oriente de Colombia que tuvo su inicio en Caracas. No hay duda de que los patriotas panameños, hombres dignos y educados en la escuela de la Democracia, recibieron inspiración en las columnas simbólicas de la Logia La Mejor Unión.

Los hechos que pregona la Historia, son el mejor galardón que la Masonería pudo cosechar en aquellos peligrosos días en que la pugna de las ideas fue intensa y el interés comunal y patriótico privó sobre las consideraciones tradicionales, repudiando la forma monárquica de gobierno y declarándose la independencia de la Corona de España.

Como atinadamente dijo el Libertador Bolívar, “El acta de independencia del Istmo de Panamá es el monumento más glorioso que puede dar a la Historia ninguna provincia americana; todo está allí consultado: Justicia, generosidad política e interés nacional”.

De esa época en adelante, se fue desarrollando una sucesión de logias como eslabones de la cadena mística de la Hermandad. La Masonería estuvo presente en todas las épocas de la vida social, política y comercial de los panameños, al influjo de los acontecimientos que se desenvolvieron en el Istmo.

Nacionales y extranjeros en estrecho lazo de confraternidad se sentaban al amparo de las columnas simbólicas.
Cuando la fiebre del oro estuvo en su apogeo con el descubrimiento de los yacimientos del precioso metal en California, y no existía aún el ferrocarril transcontinental en los Estados Unidos, los mineros y hombres amantes de aventura en busca de fortuna pasaron por Panamá en corriente migratoria de la costa Este de la unión hacia el Oeste, y viceversa, según las circunstancias.

Los navíos que arribaban procedentes de California con el oro que los más afortunados traían como resultado de sus esfuerzos, y los productos de aquella arcadia norteamericana, por un lado, y los que por el atlántico llegaban con nuevos bríos siguiendo el derrotero hacia las regiones del “Gold rush” hacían de la ciudad de Panamá un centro de actividad de notable importancia. Los nombres de las poblaciones de Chagres y Cruces, como el mismo de la ciudad de Panamá, llegaron a ser legendarios para los transeúntes.

EL SEGUNDO TALLER Y OTROS (1850-1895)

Entre los años de 1849 y 1855, con la presencia de masones transeúntes, y la cooperación de los que residían en el país, se formó una Logia con Carta Constitutiva de la Gran Logia de Texas, que hizo labor de índole caritativa, de ritual y de acción social. Llegó a establecerse una “Estación Misionera Masónica” en la ciudad de Panamá, para atender a los masones en dificultades por enfermedad o por falta de recursos. Entre los masones de aquellos días los hubo dedicados al periodismo, a la burocracia oficial y al comercio.

Uno de los diarios más antiguos de la América publicado en Panamá (The Panama Star) en lengua inglesa, que más tarde se fusionó con otro periódico, el Panama Herald para formar el presente diario matutino Star & Herald, tuvo de redactor a uno de estos masones. Fue en esta época que se llevó a efecto la construcción e inauguración del Ferrocarril Interoceánico entre Colón y Panamá; y en 1850 se fundó la Logia Unión bajo Carta de la Gran Logia de Texas, la cual funcionó hasta el año de 1853.

Más tarde, apagadas por así decirlo las luces de aquella alborada de actividad masónica en el Istmo, le siguió otra época de movimiento no menos importante.

Empezaron a atisbarse las posibilidades de la construcción del Canal Interoceánico, y se inició una nueva era para esta faja privilegiada de tierra americana, y por consiguiente para la Masonería. En 1866 se fundaba la Logia Isthmus, de habla inglesa, bajo la jurisdicción de Massachusetts, la cual trasladó más tarde su obediencia al Gran Oriente Colombiano. En 1875 existía la Logia Franco Granadina, denotando así su nombre de cooperación de masones de origen francés, cuando se perfilaba esa nueva corriente migratoria que más tarde serviría para los trabajos de construcción del canal por los franceses.

Advino, pues, con fuerza notoria, la actividad masónica en la era de lo que se conoció por “el canal francés” y surgieron logias en las ciudades de Panamá y Colón; y en sucesiva marcha, bajo el Gran Oriente Colombiano de Cartagena, desde 1887 hasta 1895.

Aparecieron las logias “Luz del Oriente”, “Estrella del Pacífico”, “Le Travail”, en Panamá; y en Colón la “Granada”, “Unión Fraternal”, y “Manzanillo”, entre otras.

Fueron por tanto ambas ciudades centros fraternales, donde alternaban el comerciante con el empleado público, miembros del foro con funcionarios de la judicatura, etc. En las columnas simbólicas y a su sombra protectora se reunían elementos de credos políticos contrarios, y de diversas modalidades en materia de religión, dando así el ejemplo de la más amplia y consoladora tolerancia, bajo la égida del Grande Arquitecto del Universo, dispensador de todo Bien. Esta feliz convivencia perduró aún en los momentos de persecuciones políticas y de polémicas de carácter religioso en el mundo profano: los hijos del Templo de Salomón ejercían por igual y en conjunto la Caridad, se ilustraban en el arte Real y cultivaban la dulce y tierna amistad masónica. Así que las labores del proyectado canal fueron extinguiéndose, las logias también corrieron la suerte de la despoblación de sus columnas, hasta llegar al año de 1895.

RESURGIMIENTO DE LA REPUBLICA

Con el advenimiento de la República, el 3 de Noviembre de 1903, entró el país masónicamente considerado, en un período de gradual desarrollo, merced a su renacimiento.

Sin embargo, no fue sino hasta 1907 que, en el mes de Febrero, se fundó la primera logia, bajo la jurisdicción masónica de Venezuela.

Un grupo de masones panameños de los antiguos rangos dispersos, asesorados y reforzados por algunos masones venezolanos, organizaron la Logia “Rosa de América” N° 65, punto de arranque, de la nueva era, hasta nuestros días. En 1910 se fundó la Logia “Acacia” N° 50 bajo el Gran Oriente Neogranadino (Colombiano), la cual se extinguió en 1911, para darle paso a otro nuevo taller bajo la misma jurisdicción, con el nombre de “Cosmopolita” N ° 55 que junto con la primera nombrada, aun subsiste.

En el año 1912 se desdobló en multiforme modalidad, si así puede decirse, la logia “Rosa de América “, toda vez que de su seno salieron los elementos que formaron las logias “Pro Mundi Beneficio”, “Aurora del Istmo”, “Orión”, “Restauración” y “José Benito Alvizua”, todas con cartas de la Gran Logia de Venezuela. Estas seis logias, crearon la primera Gran Logia que existió en la República, que se conoció con el nombre de “Gran Logia de la República de Panamá”, desde Octubre de 1913, hasta poco antes de Abril de 1916. Esta Gran Logia tuvo vida efímera.

CREACIÓN DE LA GRAN LOGIA DE PANAMA

El 16 de Abril de 1916, se fundó la Muy Respetable Gran Logia de Panamá, que hoy subsiste y es el cuerpo supremo de la Masonería Simbólica en el país, con jurisdicción sobre todas aquellas logias. De entonces en adelante, la unificación fue un hecho. El primer Gran Maestro, 1916-1917, lo fue el meritorio masón M.·.V.·.H.·. Guillermo Andreve; luego le sucedió para el segundo período constitucional el Gran Maestro Dr. Rafael Neira Ayala; y la normal sucesión en cada período que se ha llevado a efecto hasta nuestros días.

Nueve años después de fundada la Gran Logia, el 7 de marzo de 1925, se inauguró el Templo Masónico en la ciudad de Panamá, que es ornato de la capital de la República, y exponente de laboriosidad, perseverancia y espíritu de cooperación fraternal. En la ciudad de David también se cuenta con un edificio propio, para las sesiones de las Respetables Logias Chiriquí N° 10, Valle de la Luna N° 16 y Centinelas de David N° 17, que es también expresión de voluntad y amor al trabajo. Esta finca urbana es ornato de aquella progresista ciudad.

Actualmente las logias de la jurisdicción son las siguientes, con la numeración correspondiente al registro de la Gran Logia, y expresión de los lugares donde funcionan: Rosa de América N° 1, Cosmopolita N° 2, Pro Mundi Beneficio N° 3, Pacific N° 5, Aguadulce N° 14, Luz y Progreso N° 15, Harmony Lodge N° 18, Integración N° 19, Esculapio N° 20, Unión Fraternal N° 21, Centenario N° 21, Lautaro N° 23 y Humildad y Renovación N° 29, en el Templo Masónico de Calle 13, Santa Ana en la ciudad de Panamá. Atlántida N° 6 y Bayano N° 26, en Calle 11 y Bolivar de la ciudad de Colón. Chiriquí N° 10, Valle de la Luna N° 16, Centinelas de David N° 17 en la ciudad de David; y finalmente, Boquete N° 28, en la ciudad de Boquete.

Al amparo de la Constitución de la República de Panamá, la Masonería lleva una existencia que acaso podría ser más movida en actividades sociales en bien de la comunidad. Bajo esa protección del civismo más depurado, es de esperarse que con el concurso de las nuevas generaciones las ideas masónicas cobren fuerza y vigor una vez más, para el libre y fiel desempeño de su misión emancipadora espiritual del ciudadano. Las sanas doctrinas masónicas solo han menester una corriente dinámica que la ponga en marcha; y ya se vislumbra el momento de ese advenimiento de la nueva era para la difusión de sus postulados de libertad, igualdad y fraternidad, de investigación y de acción cónsona con los tiempos.